La década perdida con su crisis económica y demás
derivados se cargó mi conexión de tv. Llevo
años desconectada del cable-TV, y debo reconocer que ya no puedo estar más de unos
pocos minutos sentada, inmóvil, frente a un televisor. Ni las impresionantes pantallas de plasma han
logrado hacerme caer de nuevo en la tentación…
Esto contrasta con cómo había sido mi vida hasta ese
momento de ruptura. Como típica “babyboomer”,
crecí, me crie dedicando buena parte de mi tiempo útil a ver todo tipo de
programas, primero en aquellos pequeños televisores en blanco y negro de 12”,
ya luego llegaron los a-color de 19+”.
Como me pasaba con la música, solía decantarme por opciones poco comunes
para niñxs o jovencitxs de mi edad. Pero
eso es temita para otro momento…
Un sonsonete que fue parte de los sonidos que
amenizaron mis días y noches fue aquel que repetía (¡y repetía!): “….porque
planificar tu familia es quererla más…” Más
que una recomendación, aquella campaña dirigida desde el gobierno colonial, avalada
por la Iglesia Católica Romana Apostólica y bajo la orden del Tío Sam era
precisamente eso. Una orden para ligar
trompas de Falopio y atiborrar de profilácticos a las niñas casi desde su
primera menstruación, aunque no recuerdo nada sobre el uso obligado de condones
entre niños y hombres. Estos podían seguir
haciendo uso de sus recursos biológicos para disfrutar de sus existencias sin
tener que planificar nada.
No recuerdo a una sola mujer en mi entorno de familias
de clase media-baja que no haya sido esterilizada antes de sus 40 (mi madre y
mis tías incluidas). Y las familias de cuatro
o más muchachos se fue convirtiendo casi en una herejía, una ofensa contra el
Estado (curiosamente yo pertenezco a una familia nuclear de seis). De niña no razonaba esta “política pública”,
pero algo raro en ella me llamaba la atención.
La pubertad me sorprendió tomando las clases de salud con la Sra.
Pintado que fueron las que con lujo de detalles me instruyeron sobre cómo funciona
mi cuerpo sexualmente. Ya ahí pude
comenzar a re-pensar sobre como “planificaría mi familia” (todavía asumiendo
como un hecho el que fuera a tener la mía algún día). Los chicos comenzaron a llamar mi atención,
pero ahora entiendo que no por ellos mismos sino como encarnaciones de
personajes que conocía a través de la tv y las canciones raras que escuchaba en
la radio. Al comprobar que no eran lo
que yo esperaba, parece que mi atención e interés empezó a enfocarse hacia
otros intereses.
Termine mi educación secundaria y una vez en la
universidad siguieron abordándome otras distracciones. La cuestión “planificadora” se amplió para añadir
ámbitos más allá de la familia que se suponía procreara. Es más, esa tarea fue desvaneciéndose poco a
poco de mi agenda de vida. Seguían
llamando mi atención variedad de personas en el plano amoroso (¿?), pero sin más. No lograba armonizar mi agenda de estudios y
trabajo con el hipotético escenario de preñarme, parir, irme de maternidad,
regresar de maternidad y hacerme cargo de un ser por el resto de su vida. Os recuerdo que de niña fui “programada” a
planificar mi vida sexual con el fin de demostrar que era una persona que “quiere
a su familia”.
Pero finalmente hice tiempo en mi agenda y atendí ese “action
ítem”, el de planificar mi familia. Pero
entonces me di cuenta de que no contaba con varios elementos esenciales para
satisfacer la tarea. Ni tenia pareja ni
vislumbraba entrar en ese arreglo político-social con nadie. Trabajaba, pero como una demente, lo que me
dejaba poca o nada de tiempo ni para mí misma, ¿cómo me iba a hacer cargo de un
crio? (si, porque aunque lo pariera en “pareja”,
es a mami a quien le siguen tocando esos deberes.) Por otra parte, cada vez crecía más mi
disgusto, frustración y desdén hacia la sociedad y país que íbamos forjando (más
bien, destrozando), y con mi manía natural de querer mucho a la gente que
quiero, lo menos que deseaba era forzarle ese mundo a alguien que sabía podría querer
“por sobre todas las cosas”. Como mucho,
podía ayudar a cambiar las cosas durante mi periodo de vida para que en “un
futuro lxs hijxs de nustrxs hijxs” pudieran aspirar a algo mejor.
Y parece que así fue como quedo mi plan familiar, y
ahora que casi he superado mi periodo biológico hábil para parir, miro al
camino árido y pedregoso que han marcado mis pasos, y puedo responder a quien
cuestione mi deber patrio (no matrio) que “yo tuve todos los hijos que
planifique tener…”
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