“Mujer, negra y también abiertamente lesbiana”… Recordé esta frase pronunciada por la actual Presidenta del
Colegio de Abogados de Puerto Rico, la Lcda. Ana Irma Rivera Lassén, por alguna
loca razón, de esas mías…, cuando leí la noticia sobre la nominación de la también
Lcda. Maite Oronoz Rodríguez como Jueza Asociada del Tribunal Supremo de Puerto
Rico.
¿Por qué?
Bueno, ya resuena con más ruido que nueces posiblemente
la discusión entre bandos desbandados sobre los méritos de la nominada. Y, como no, sus “méritos” incluyen su
habilidad, sensatez o valores “morales” manifiestos al elegir con quien va a la
cama…, o a donde sea que le plazca ir… De
hecho, este “dato” pareciera querer dominar la discusión, cuando en honor a lo
correcto en estos casos, deberíamos estar hablando de todo lo que aguanta su curriculum vitae. Por cierto, hablando de este…
Alcance a leer uno que citaron del
MicroJurisSomething, y honestamente me quede igual, pero por ahora prefiero
darme el beneficio de la esperanzadora duda en lo que ubican la versión completa,
con la descripción detallada de sus escritos y ponencias (en jurisprudencia), sus
gestiones en pos de luchas reivindicadoras, ese tipo de cosas….
Pero en lo que el hacha va y viene, retomo la cita de
la Lcda. Rivera Lassen, y de hecho la retomo a ella como “…mujer, negra y
también abiertamente lesbiana”. Acá
entre nos, mentiría vilmente si negara que la Lcda. Rivera Lassen era mi
primera opción, primero cuando surgió la vacante para presidir el Tribunal
Supremo de Puerto Rico, y nuevamente ante la vacante que provocó la designación
de la Lcda. Liana Fiol Matta como Presidenta de dicho cuerpo. ¿Y por qué? Porque decir “Ana Irma” es invocar una larga y
fructífera hoja de servicios en defensa de los derechos humanos. Como muy bien lo expuso la Profesora Érika Fontánez
Torre, para trabajar en el Tribunal Supremo de Puerto Rico “…no queremos a alguien neutral, queremos
y es deseable alguien cuya hoja de vida refleje haber estado del lado de los
derechos y del acceso a la justicia…”
Ya en este punto es inevitable, casi obvia la
pregunta: ¿Por qué Maite y no Ana Irma, por ejemplo? Ambas satisfacen el imprescindible requisito de
cumplir con uno de los “trending-topics” más políticamente maniatados de este cuatrienio:
ser abiertamente homosexual. Me parece
que hasta ahí llegan los puntos en común relevantes entre ellas.
Por un lado Maite es blanca, afiliada a las estructuras
de poder del partido al mando, suficientemente joven como para merecer seguir desarrollándose
y madurando en su criterio jurídico y sus aportaciones en el ámbito de la lucha
por los derechos de todxs. Por el otro lado.
Ana Irma es “negra”, de padres educadores, explícitamente feminista, no
afiliada a los partidos políticos de poder, no tan joven como Maite, Presidenta
del Colegio de Abogados de Puerto Rico, con una carrera en derecho y justicia
social irrebatibles.
“My 10 cents opinion…?” Con solamente nominar a Maite, ya el
Gobernador se apuntó para el jackpot político-eleccionario, con la ventaja
(para él y para los que piensan y actúan como él) de que gane o pierda su
nominada, mantiene el control sobre el “deployment” de su santa agenda personal
conservadora. Mas sin embargo, si la
nominada hubiera sido Ana Irma, seria confirmada por sus indiscutibles méritos
(sin duda y sin remedio), ganándole a la Administración presente y futura una aguerrida
defensora de la equidad. Algo que de por
si le significaría, como mínimo, un grandísimo dolor de cabeza al Gobierno
colonial.
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