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Si mal no recuerdo, la primera vez que escuche a esta intérprete
del piano fue cuando me pico la curiosidad luego de leer sobre su interés por
los lobos. Aun guardo la referencia a
aquel artículo del NYT. Sería para el 2010-2011. Como ya es lo usual, busque videos suyos en
YT, encontré su website en Google, y luego de auscultar varios trabajos, me
anime a comprar varios cd’s. Los
primeros dos fueron (precisamente) Credo
y Reflections. Quien me conoce aunque sea un poquito sabe
que me encanta la música clásica. Estos
dos cd’s están grabados en mi portátil, así que rápidamente empezaron a
acompañar mis tediosas jornadas laborales.
Entonces, ocurrió lo que posiblemente pocos esperan:
el cáncer nos vino a visitar. Primero mi
hermano, luego mi mama, todo en cuestión de meses. Y durante los largos y detestables procesos
médicos, allí estuvo la pianista sosteniéndome a fuerza de su música. Especialmente durante la breve y final
estadía de mami en el hospital, Hélène, los Schumann y Brahms fueron nuestra
constante compañía. Y fue durante esos
últimos días que descubrí algo que me dejo un poco tocada. A mami y la pianista las unía un vínculo
cruel, ambas padecieron el mismo tipo de cáncer aunque sus desenlaces fueron
muy distintos... Pero quizás, no del
todo desligados.
Soy científica.
No meramente porque mis títulos académicos lo implican, sino porque mi carácter
y mis aptitudes de persona me definen como tal, sospecho que desde mi “imprint”
genético. Entonces, no visualizo a la
vida y la muerte como fenómenos o realidades disimiles, todo lo contrario, lo
que para nosotrxs parece “muerte” se me sugiere como un reordenamiento
diferente de “vida”. Las nociones de
vida y muerte con la que están programadxs buena parte de lxs parroquianxs de
este planeta Tierra parecieran tener su origen en las creencias religiosas que
bastantes personas profesan. Pero estas descansan
sobre en una premisa de “fe” que como sabemos se sustenta en cosas que no se
pueden validar.
Siempre he sospechado que somos “eternos” como lo
planteaba Facundo Cabral, pero no desde la perspectiva de organismos habitando
cuerpos de variada complejidad biológica.
Siento (¡porque se siente!) que somos como “paquetes de energía” transformándose
continuamente. Entonces, “nuestros”
fotones se la pasan brincando entre niveles energéticos, provocando cambios instantáneos
que percibimos a los niveles macroscópicos que alcanzan discernir nuestros
ojos. Partiendo de esta premisa, pienso
que Hélène, mami, las preferencias musicales de ambas, sus células cancerosas, pudieran
responder a las mismas manifestaciones energéticas. La parte de mami no contaba con suficiente energía
para contraatacar a las células que la adolecían, su energía tuvo que migrar
hacia el andamiaje de Hélène para reforzar su curación, y así pudieron curarse ambas.
Tras su sanación, Hélène volcó sus renovadas fuerzas en
un proyecto musical que posiblemente representa su ofrenda y su homenaje a
todos esas estrellitas tintineantes que compartieron con ella su fulgor: Resonances O sea, que doña Isa vuelve a sonreírme y
amarme cada vez que lo escucho…
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