Por estos lares de la virtual-esfera aprendí de una
generosa colaborada sobre concepto de la “escritura automática”.De acuerdo, confieso que nunca me ha
funcionado, o mejor dicho, yo no le he podido funcionar a la escritura
así.Es frustrante, angustioso, hasta
doloroso, tener en un momento dado muchas ideas dándote tumbos en la mente o
imaginación, y al momento de sentarte frente al instrumento de captura (el boli
y el cuaderno, la computadora…), te quedas como en blanco.Sabes que están ahí, pero es como si no
pudieran o no supieran como salir….
No siempre fue así…
En mi juventud, así como no podía “esperar para
verle”, tampoco podía esperar para escribir.Me detenía en cualquier lugar, me armaba de un boli y un pedazo de
papel, y ¡zas!De la nada (o casi nada) surgía
un nuevo cuento o un poema, y sentía como el pecho se descomprimía aliviado.Ahora lamento haber encontrado
(aparentemente) remedio a aquel viejo problema de incontinencia…
palabrística.Ahora el problema es otro,
creo que padezco de una aguda obstrucción… de espíritu... (¿?)
En fin…
Que pudiera ser una fase, su conclusión, su transformación,
o su lógica progresión hacia el próximo misterio o mito que asomara sigiloso su
rostro a través del umbral de mi puerta…
Mi primer recuerdo de ella fue interpretando a Inga en
Holocausto (una mini-serie de TV, pienso que hoy la hubiera producido HBO y me
la hubiera perdido porque lo cierto es que algo perdimos algunxs cuando privatizaron
los canales de televisión).Entonces era
flaca y pálida, pero la expresividad de sus ojos y el tono suavemente
desgarrador de su voz hicieron que quedara prendada de ella.Si aplica, pudiera decir que fue como un “amor
a primera vista”, la buscaba en nuevos trabajos y siempre acababa “tocada” por
cada nueva creación interpretativa.Supongo
que fue Meryl mi “turning point” del “enamoramiento” a la “admiración y apreciación
verdadera” por el trabajo de unx artista.
Ya no veo tv ni voy al cine, pero a ella la siguen
rastreando mis sentidos.Nuestro medio
actual de encuentro es el internet, en donde la asecho con mi paciencia loba
hasta encontrarla, maravillándome como siempre con sus interpretaciones,
agradeciendo a esta dimensión de vida que aun existan cosas que puedan emocionarme
así...
La década perdida con su crisis económica y demás
derivados se cargó mi conexión de tv.Llevo
años desconectada del cable-TV, y debo reconocer que ya no puedo estar más de unos
pocos minutos sentada, inmóvil, frente a un televisor.Ni las impresionantes pantallas de plasma han
logrado hacerme caer de nuevo en la tentación…
Esto contrasta con cómo había sido mi vida hasta ese
momento de ruptura.Como típica “babyboomer”,
crecí, me crie dedicando buena parte de mi tiempo útil a ver todo tipo de
programas, primero en aquellos pequeños televisores en blanco y negro de 12”,
ya luego llegaron los a-color de 19+”.Como me pasaba con la música, solía decantarme por opciones poco comunes
para niñxs o jovencitxs de mi edad.Pero
eso es temita para otro momento…
Un sonsonete que fue parte de los sonidos que
amenizaron mis días y noches fue aquel que repetía (¡y repetía!): “….porque
planificar tu familia es quererla más…”Más
que una recomendación, aquella campaña dirigida desde el gobierno colonial, avalada
por la Iglesia Católica Romana Apostólica y bajo la orden del Tío Sam era
precisamente eso.Una orden para ligar
trompas de Falopio y atiborrar de profilácticos a las niñas casi desde su
primera menstruación, aunque no recuerdo nada sobre el uso obligado de condones
entre niños y hombres.Estos podían seguir
haciendo uso de sus recursos biológicos para disfrutar de sus existencias sin
tener que planificar nada.
No recuerdo a una sola mujer en mi entorno de familias
de clase media-baja que no haya sido esterilizada antes de sus 40 (mi madre y
mis tías incluidas).Y las familias de cuatro
o más muchachos se fue convirtiendo casi en una herejía, una ofensa contra el
Estado (curiosamente yo pertenezco a una familia nuclear de seis).De niña no razonaba esta “política pública”,
pero algo raro en ella me llamaba la atención.La pubertad me sorprendió tomando las clases de salud con la Sra.
Pintado que fueron las que con lujo de detalles me instruyeron sobre cómo funciona
mi cuerpo sexualmente.Ya ahí pude
comenzar a re-pensar sobre como “planificaría mi familia” (todavía asumiendo
como un hecho el que fuera a tener la mía algún día).Los chicos comenzaron a llamar mi atención,
pero ahora entiendo que no por ellos mismos sino como encarnaciones de
personajes que conocía a través de la tv y las canciones raras que escuchaba en
la radio.Al comprobar que no eran lo
que yo esperaba, parece que mi atención e interés empezó a enfocarse hacia
otros intereses.
Termine mi educación secundaria y una vez en la
universidad siguieron abordándome otras distracciones.La cuestión “planificadora” se amplió para añadir
ámbitos más allá de la familia que se suponía procreara.Es más, esa tarea fue desvaneciéndose poco a
poco de mi agenda de vida.Seguían
llamando mi atención variedad de personas en el plano amoroso (¿?), pero sin más.No lograba armonizar mi agenda de estudios y
trabajo con el hipotético escenario de preñarme, parir, irme de maternidad,
regresar de maternidad y hacerme cargo de un ser por el resto de su vida.Os recuerdo que de niña fui “programada” a
planificar mi vida sexual con el fin de demostrar que era una persona que “quiere
a su familia”.
Pero finalmente hice tiempo en mi agenda y atendí ese “action
ítem”, el de planificar mi familia.Pero
entonces me di cuenta de que no contaba con varios elementos esenciales para
satisfacer la tarea.Ni tenia pareja ni
vislumbraba entrar en ese arreglo político-social con nadie.Trabajaba, pero como una demente, lo que me
dejaba poca o nada de tiempo ni para mí misma, ¿cómo me iba a hacer cargo de un
crio?(si, porque aunque lo pariera en “pareja”,
es a mami a quien le siguen tocando esos deberes.)Por otra parte, cada vez crecía más mi
disgusto, frustración y desdén hacia la sociedad y país que íbamos forjando (más
bien, destrozando), y con mi manía natural de querer mucho a la gente que
quiero, lo menos que deseaba era forzarle ese mundo a alguien que sabía podría querer
“por sobre todas las cosas”.Como mucho,
podía ayudar a cambiar las cosas durante mi periodo de vida para que en “un
futuro lxs hijxs de nustrxs hijxs” pudieran aspirar a algo mejor.
Y parece que así fue como quedo mi plan familiar, y
ahora que casi he superado mi periodo biológico hábil para parir, miro al
camino árido y pedregoso que han marcado mis pasos, y puedo responder a quien
cuestione mi deber patrio (no matrio) que “yo tuve todos los hijos que
planifique tener…”
Si mal no recuerdo, la primera vez que escuche a esta intérprete
del piano fue cuando me pico la curiosidad luego de leer sobre su interés por
los lobos.Aun guardo la referencia a
aquel artículo del NYT.Sería para el 2010-2011.Como ya es lo usual, busque videos suyos en
YT, encontré su website en Google, y luego de auscultar varios trabajos, me
anime a comprar varios cd’s.Los
primeros dos fueron (precisamente) Credo
y Reflections.Quien me conoce aunque sea un poquito sabe
que me encanta la música clásica.Estos
dos cd’s están grabados en mi portátil, así que rápidamente empezaron a
acompañar mis tediosas jornadas laborales.
Entonces, ocurrió lo que posiblemente pocos esperan:
el cáncer nos vino a visitar.Primero mi
hermano, luego mi mama, todo en cuestión de meses.Y durante los largos y detestables procesos
médicos, allí estuvo la pianista sosteniéndome a fuerza de su música.Especialmente durante la breve y final
estadía de mami en el hospital, Hélène, los Schumann y Brahms fueron nuestra
constante compañía.Y fue durante esos
últimos días que descubrí algo que me dejo un poco tocada.A mami y la pianista las unía un vínculo
cruel, ambas padecieron el mismo tipo de cáncer aunque sus desenlaces fueron
muy distintos...Pero quizás, no del
todo desligados.
Soy científica.No meramente porque mis títulos académicos lo implican, sino porque mi carácter
y mis aptitudes de persona me definen como tal, sospecho que desde mi “imprint”
genético.Entonces, no visualizo a la
vida y la muerte como fenómenos o realidades disimiles, todo lo contrario, lo
que para nosotrxs parece “muerte” se me sugiere como un reordenamiento
diferente de “vida”.Las nociones de
vida y muerte con la que están programadxs buena parte de lxs parroquianxs de
este planeta Tierra parecieran tener su origen en las creencias religiosas que
bastantes personas profesan.Pero estas descansan
sobre en una premisa de “fe” que como sabemos se sustenta en cosas que no se
pueden validar.
Siempre he sospechado que somos “eternos” como lo
planteaba Facundo Cabral, pero no desde la perspectiva de organismos habitando
cuerpos de variada complejidad biológica.Siento (¡porque se siente!) que somos como “paquetes de energía” transformándose
continuamente.Entonces, “nuestros”
fotones se la pasan brincando entre niveles energéticos, provocando cambios instantáneos
que percibimos a los niveles macroscópicos que alcanzan discernir nuestros
ojos.Partiendo de esta premisa, pienso
que Hélène, mami, las preferencias musicales de ambas, sus células cancerosas, pudieran
responder a las mismas manifestaciones energéticas. La parte de mami no contaba con suficiente energía
para contraatacar a las células que la adolecían, su energía tuvo que migrar
hacia el andamiaje de Hélène para reforzar su curación, y así pudieron curarse ambas.
Tras su sanación, Hélène volcó sus renovadas fuerzas en
un proyecto musical que posiblemente representa su ofrenda y su homenaje a
todos esas estrellitas tintineantes que compartieron con ella su fulgor: ResonancesO sea, que doña Isa vuelve a sonreírme y
amarme cada vez que lo escucho…
Cuando me preguntan qué prefijo prefiero usar con mi
nombre, espontáneamente contesto: “Sra.”No tardan en caer los cuestionamientos: ¿Pero aquí usted indica que es “soltera”?
(o sea, nunca casada).Y yo replico: “Es
correcto, soy soltera y Señora porque “yo
me doy mi propia señoría”.
En este punto terminan los cuestionamientos, que según
las expresiones faciales, pueda deberse a que deducen o concluyen que soy bromista,
excéntrica o desquiciada.Igualmente,
aceptan por buena mi explicación o justificación, y seguimos a lo que vinimos…
Lo cierto es que para mi lógica brutal, no veo porque
no vaya a ser señora, si soy financieramente independiente (…en la salud y en la
enfermedad…), libre pensante, cívicamente responsable por mis actos, decisiones
y sus consecuencias.Pienso que incluso,
en el muy hipotético caso de decidir casarme con alguien, ya lo haría como “Señora”
(nota: lo anterior es quizás más que hipotético, improbable, ya que mi
personalidad manifiesta una fuerte vocación de soltera, o quizás sea de
Anaclara...)
Curiosamente, esto ya lo pensaba desde antes de
percatarme que era y soy una “feminista hormonal”…