Friday, July 4, 2014

Los duros silencios…



Por estos lares de la virtual-esfera aprendí de una generosa colaborada sobre concepto de la “escritura automática”.  De acuerdo, confieso que nunca me ha funcionado, o mejor dicho, yo no le he podido funcionar a la escritura así.  Es frustrante, angustioso, hasta doloroso, tener en un momento dado muchas ideas dándote tumbos en la mente o imaginación, y al momento de sentarte frente al instrumento de captura (el boli y el cuaderno, la computadora…), te quedas como en blanco.  Sabes que están ahí, pero es como si no pudieran o no supieran como salir….
No siempre fue así…

En mi juventud, así como no podía “esperar para verle”, tampoco podía esperar para escribir.  Me detenía en cualquier lugar, me armaba de un boli y un pedazo de papel, y ¡zas!  De la nada (o casi nada) surgía un nuevo cuento o un poema, y sentía como el pecho se descomprimía aliviado.  Ahora lamento haber encontrado (aparentemente) remedio a aquel viejo problema de incontinencia… palabrística.  Ahora el problema es otro, creo que padezco de una aguda obstrucción… de espíritu... (¿?)
En fin…

Que pudiera ser una fase, su conclusión, su transformación, o su lógica progresión hacia el próximo misterio o mito que asomara sigiloso su rostro a través del umbral de mi puerta…
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