Saturday, April 12, 2014

Fragmentos... 6 grados... en teoria #29

-29-

“…un paréntesis para la ternura…”
...

(J. Brahms – Strings Sextet (jazz version - 03:58)) - http://www.goear.com/listen.php?v=c66fc55 )

El día amaneció con un leve atisbo a chubasco repentino colgando de su retina.  Domingo al fin, no se oía un alma, una queja o señal alguna de vida humana.  Sólo los pájaros empeñados en su rutina primaveral alborotaban la calle allá afuera.  Adentro, dos cuerpos exhaustos yacían inmóviles sobre un mar de sábanas revueltas. 

Eda, incapaz de ignorar el insufrible ¡tic-tic-tic! del reloj sobre la mesilla junto a la cama, abrió sus ojos, uno a uno hasta que pudieron graduar la intensidad de la luz que ya llenaba la habitación.  Su cuerpo desnudo arropaba el desnudo cuerpo de su amada, de esa hada encantada disfrazada de mortal quien no se enteraba aún de la llegada de un nuevo día, a pesar de ser, “a ver”, más de las diez. 

Caminó parsimoniosa por su calor para poder recrear su silueta con sus sentidos cansados.  La contempló, la poseyó en su imaginación y luego la depositó suavemente sobre su altar.  Salió de la habitación rumbo al baño, necesitaba un baño caliente y acto seguido un café. 

Mia sintió la falta de algo vital junto a su cuerpo, y busco con sus manos a su alrededor sin encontrarlo.  Fue entonces que comenzó el cuidadoso proceso de abrir sus ojos al mundo, lentamente no fuera ser que los intensos rayos del sol la cegaran.  Y no la vio, pero la escuchó cantar dentro de la ducha, una canción de Bosé quizás pero sus sentidos aún no estaban suficientemente despiertos como para asegurarlo.  Su voz que le llegaba borrosa y su olor, impregnado en aquellas sabanas, la devolvieron a varias horas atrás, cuando no podía discernir entre sus piernas y las suyas ó entre su propio aliento y el de ella.


La lista de “cosas por hacer” excedía la cantidad de asuntos que en esos momentos deseaba atender, no allí precisamente, en ese lecho que para ellas era su escondite, en ese cuarto que era su andén de encuentros y despedidas, en ese fortín virtual que eran sus sentimientos compartidos...  Se desperezo y dirigió sus pasos hacia aquella cascada de aguas tibias que la llamaba, que tenía la virtud de revivir el secreto más preciado de su intimidad. 
E:_   ¡Hola… te estaba esperando…! – recibiéndola en sus brazos, en sus labios, en su lengua sedienta de volverla a saborear… 

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