Superada una etapa difícil y aprendida una lección
importante, me apresto a reencontrarme con el sendero.Quizás sea yo, pero siento tantas o más
piedras en el camino que cuando lo deje hace un tiempillo.En fin, es el único que tengo, el que han
construido mis pasos, mis decisiones, mis desatinos, el más que me disfruto y el
que me llena.
Últimamente he estado pensando mucho en el tiempo,
como idea y como cuestión concreta.Supongo
que ya me ha llegado a mí también el “tiempo” de comenzar a hacer inventario de
mis posesiones (curiosa palabra).Pero
lo más curioso es que el instinto (esa energía que me impulsa desde que tengo
memoria) me sugiere que mis “tiempos” se acortan.Ese llamado de mis células me hace sentido si
pienso en los factores genéticos que me expresan biológicamente, pero también
los factores políticos que acechan nuestra maltrecha libertad a decidir cómo,
donde y cuando vivir. Bueno…
Andaba repasando cosas que se vivieron antes cuando no
podía precisar la finitud del tiempo y por tanto asumía que era “infinito”, y
que su finalidad era ser feliz.Creo que
finalmente comienzo a entender que la complejidad de la vida, de vivir, no
puede limitarse a momentos de alegría preferencialmente.La experiencia de vivir necesita también del
dolor, la tristeza, la decepción, la rabia, para que sea verdaderamente humana.Y hasta me permito una bravuconada: postulo
que la vida vivida ha sido un ensayo, la verdadera comenzara una vez la energía
que expela mi aliento se transforme, se mude de cuerpo.
Por estos lares de la virtual-esfera aprendí de una
generosa colaborada sobre concepto de la “escritura automática”.De acuerdo, confieso que nunca me ha
funcionado, o mejor dicho, yo no le he podido funcionar a la escritura
así.Es frustrante, angustioso, hasta
doloroso, tener en un momento dado muchas ideas dándote tumbos en la mente o
imaginación, y al momento de sentarte frente al instrumento de captura (el boli
y el cuaderno, la computadora…), te quedas como en blanco.Sabes que están ahí, pero es como si no
pudieran o no supieran como salir….
No siempre fue así…
En mi juventud, así como no podía “esperar para
verle”, tampoco podía esperar para escribir.Me detenía en cualquier lugar, me armaba de un boli y un pedazo de
papel, y ¡zas!De la nada (o casi nada) surgía
un nuevo cuento o un poema, y sentía como el pecho se descomprimía aliviado.Ahora lamento haber encontrado
(aparentemente) remedio a aquel viejo problema de incontinencia…
palabrística.Ahora el problema es otro,
creo que padezco de una aguda obstrucción… de espíritu... (¿?)
En fin…
Que pudiera ser una fase, su conclusión, su transformación,
o su lógica progresión hacia el próximo misterio o mito que asomara sigiloso su
rostro a través del umbral de mi puerta…
Mi primer recuerdo de ella fue interpretando a Inga en
Holocausto (una mini-serie de TV, pienso que hoy la hubiera producido HBO y me
la hubiera perdido porque lo cierto es que algo perdimos algunxs cuando privatizaron
los canales de televisión).Entonces era
flaca y pálida, pero la expresividad de sus ojos y el tono suavemente
desgarrador de su voz hicieron que quedara prendada de ella.Si aplica, pudiera decir que fue como un “amor
a primera vista”, la buscaba en nuevos trabajos y siempre acababa “tocada” por
cada nueva creación interpretativa.Supongo
que fue Meryl mi “turning point” del “enamoramiento” a la “admiración y apreciación
verdadera” por el trabajo de unx artista.
Ya no veo tv ni voy al cine, pero a ella la siguen
rastreando mis sentidos.Nuestro medio
actual de encuentro es el internet, en donde la asecho con mi paciencia loba
hasta encontrarla, maravillándome como siempre con sus interpretaciones,
agradeciendo a esta dimensión de vida que aun existan cosas que puedan emocionarme
así...
La década perdida con su crisis económica y demás
derivados se cargó mi conexión de tv.Llevo
años desconectada del cable-TV, y debo reconocer que ya no puedo estar más de unos
pocos minutos sentada, inmóvil, frente a un televisor.Ni las impresionantes pantallas de plasma han
logrado hacerme caer de nuevo en la tentación…
Esto contrasta con cómo había sido mi vida hasta ese
momento de ruptura.Como típica “babyboomer”,
crecí, me crie dedicando buena parte de mi tiempo útil a ver todo tipo de
programas, primero en aquellos pequeños televisores en blanco y negro de 12”,
ya luego llegaron los a-color de 19+”.Como me pasaba con la música, solía decantarme por opciones poco comunes
para niñxs o jovencitxs de mi edad.Pero
eso es temita para otro momento…
Un sonsonete que fue parte de los sonidos que
amenizaron mis días y noches fue aquel que repetía (¡y repetía!): “….porque
planificar tu familia es quererla más…”Más
que una recomendación, aquella campaña dirigida desde el gobierno colonial, avalada
por la Iglesia Católica Romana Apostólica y bajo la orden del Tío Sam era
precisamente eso.Una orden para ligar
trompas de Falopio y atiborrar de profilácticos a las niñas casi desde su
primera menstruación, aunque no recuerdo nada sobre el uso obligado de condones
entre niños y hombres.Estos podían seguir
haciendo uso de sus recursos biológicos para disfrutar de sus existencias sin
tener que planificar nada.
No recuerdo a una sola mujer en mi entorno de familias
de clase media-baja que no haya sido esterilizada antes de sus 40 (mi madre y
mis tías incluidas).Y las familias de cuatro
o más muchachos se fue convirtiendo casi en una herejía, una ofensa contra el
Estado (curiosamente yo pertenezco a una familia nuclear de seis).De niña no razonaba esta “política pública”,
pero algo raro en ella me llamaba la atención.La pubertad me sorprendió tomando las clases de salud con la Sra.
Pintado que fueron las que con lujo de detalles me instruyeron sobre cómo funciona
mi cuerpo sexualmente.Ya ahí pude
comenzar a re-pensar sobre como “planificaría mi familia” (todavía asumiendo
como un hecho el que fuera a tener la mía algún día).Los chicos comenzaron a llamar mi atención,
pero ahora entiendo que no por ellos mismos sino como encarnaciones de
personajes que conocía a través de la tv y las canciones raras que escuchaba en
la radio.Al comprobar que no eran lo
que yo esperaba, parece que mi atención e interés empezó a enfocarse hacia
otros intereses.
Termine mi educación secundaria y una vez en la
universidad siguieron abordándome otras distracciones.La cuestión “planificadora” se amplió para añadir
ámbitos más allá de la familia que se suponía procreara.Es más, esa tarea fue desvaneciéndose poco a
poco de mi agenda de vida.Seguían
llamando mi atención variedad de personas en el plano amoroso (¿?), pero sin más.No lograba armonizar mi agenda de estudios y
trabajo con el hipotético escenario de preñarme, parir, irme de maternidad,
regresar de maternidad y hacerme cargo de un ser por el resto de su vida.Os recuerdo que de niña fui “programada” a
planificar mi vida sexual con el fin de demostrar que era una persona que “quiere
a su familia”.
Pero finalmente hice tiempo en mi agenda y atendí ese “action
ítem”, el de planificar mi familia.Pero
entonces me di cuenta de que no contaba con varios elementos esenciales para
satisfacer la tarea.Ni tenia pareja ni
vislumbraba entrar en ese arreglo político-social con nadie.Trabajaba, pero como una demente, lo que me
dejaba poca o nada de tiempo ni para mí misma, ¿cómo me iba a hacer cargo de un
crio?(si, porque aunque lo pariera en “pareja”,
es a mami a quien le siguen tocando esos deberes.)Por otra parte, cada vez crecía más mi
disgusto, frustración y desdén hacia la sociedad y país que íbamos forjando (más
bien, destrozando), y con mi manía natural de querer mucho a la gente que
quiero, lo menos que deseaba era forzarle ese mundo a alguien que sabía podría querer
“por sobre todas las cosas”.Como mucho,
podía ayudar a cambiar las cosas durante mi periodo de vida para que en “un
futuro lxs hijxs de nustrxs hijxs” pudieran aspirar a algo mejor.
Y parece que así fue como quedo mi plan familiar, y
ahora que casi he superado mi periodo biológico hábil para parir, miro al
camino árido y pedregoso que han marcado mis pasos, y puedo responder a quien
cuestione mi deber patrio (no matrio) que “yo tuve todos los hijos que
planifique tener…”
Si mal no recuerdo, la primera vez que escuche a esta intérprete
del piano fue cuando me pico la curiosidad luego de leer sobre su interés por
los lobos.Aun guardo la referencia a
aquel artículo del NYT.Sería para el 2010-2011.Como ya es lo usual, busque videos suyos en
YT, encontré su website en Google, y luego de auscultar varios trabajos, me
anime a comprar varios cd’s.Los
primeros dos fueron (precisamente) Credo
y Reflections.Quien me conoce aunque sea un poquito sabe
que me encanta la música clásica.Estos
dos cd’s están grabados en mi portátil, así que rápidamente empezaron a
acompañar mis tediosas jornadas laborales.
Entonces, ocurrió lo que posiblemente pocos esperan:
el cáncer nos vino a visitar.Primero mi
hermano, luego mi mama, todo en cuestión de meses.Y durante los largos y detestables procesos
médicos, allí estuvo la pianista sosteniéndome a fuerza de su música.Especialmente durante la breve y final
estadía de mami en el hospital, Hélène, los Schumann y Brahms fueron nuestra
constante compañía.Y fue durante esos
últimos días que descubrí algo que me dejo un poco tocada.A mami y la pianista las unía un vínculo
cruel, ambas padecieron el mismo tipo de cáncer aunque sus desenlaces fueron
muy distintos...Pero quizás, no del
todo desligados.
Soy científica.No meramente porque mis títulos académicos lo implican, sino porque mi carácter
y mis aptitudes de persona me definen como tal, sospecho que desde mi “imprint”
genético.Entonces, no visualizo a la
vida y la muerte como fenómenos o realidades disimiles, todo lo contrario, lo
que para nosotrxs parece “muerte” se me sugiere como un reordenamiento
diferente de “vida”.Las nociones de
vida y muerte con la que están programadxs buena parte de lxs parroquianxs de
este planeta Tierra parecieran tener su origen en las creencias religiosas que
bastantes personas profesan.Pero estas descansan
sobre en una premisa de “fe” que como sabemos se sustenta en cosas que no se
pueden validar.
Siempre he sospechado que somos “eternos” como lo
planteaba Facundo Cabral, pero no desde la perspectiva de organismos habitando
cuerpos de variada complejidad biológica.Siento (¡porque se siente!) que somos como “paquetes de energía” transformándose
continuamente.Entonces, “nuestros”
fotones se la pasan brincando entre niveles energéticos, provocando cambios instantáneos
que percibimos a los niveles macroscópicos que alcanzan discernir nuestros
ojos.Partiendo de esta premisa, pienso
que Hélène, mami, las preferencias musicales de ambas, sus células cancerosas, pudieran
responder a las mismas manifestaciones energéticas. La parte de mami no contaba con suficiente energía
para contraatacar a las células que la adolecían, su energía tuvo que migrar
hacia el andamiaje de Hélène para reforzar su curación, y así pudieron curarse ambas.
Tras su sanación, Hélène volcó sus renovadas fuerzas en
un proyecto musical que posiblemente representa su ofrenda y su homenaje a
todos esas estrellitas tintineantes que compartieron con ella su fulgor: ResonancesO sea, que doña Isa vuelve a sonreírme y
amarme cada vez que lo escucho…
Cuando me preguntan qué prefijo prefiero usar con mi
nombre, espontáneamente contesto: “Sra.”No tardan en caer los cuestionamientos: ¿Pero aquí usted indica que es “soltera”?
(o sea, nunca casada).Y yo replico: “Es
correcto, soy soltera y Señora porque “yo
me doy mi propia señoría”.
En este punto terminan los cuestionamientos, que según
las expresiones faciales, pueda deberse a que deducen o concluyen que soy bromista,
excéntrica o desquiciada.Igualmente,
aceptan por buena mi explicación o justificación, y seguimos a lo que vinimos…
Lo cierto es que para mi lógica brutal, no veo porque
no vaya a ser señora, si soy financieramente independiente (…en la salud y en la
enfermedad…), libre pensante, cívicamente responsable por mis actos, decisiones
y sus consecuencias.Pienso que incluso,
en el muy hipotético caso de decidir casarme con alguien, ya lo haría como “Señora”
(nota: lo anterior es quizás más que hipotético, improbable, ya que mi
personalidad manifiesta una fuerte vocación de soltera, o quizás sea de
Anaclara...)
Curiosamente, esto ya lo pensaba desde antes de
percatarme que era y soy una “feminista hormonal”…
En días recientes leí la mención sobre un libro
dedicado a mujeres escritoras, poetizas hispanoamericanas, que hicieron del
suicidio su obra final.No es de extrañar
que entre ellas se incluyera a nuestra Julia de Burgos.
Esta lectura me resulto penosa, incluso molesta.Al suicidio se le ha adjudicado la infame connotación
de “acto cobarde y desesperado, digno de lxs débiles de espíritu o de carácter moral”.Si a esto le sumamos el agravante de “mujer romántica y enamorada
de un hombre que la engañó”, hemos completado el autorretrato de la sub-especie
más merecedora de tal deshonroso desenlace, según una corte marcial de
hipocritxs machistas.
Yo ciertamente discrepo de tan denigrante
actitud.
Me suscribo, por ejemplo, al caso de Julia de
Burgos.De hecho, cuando joven, en mis
20 y tantos, pensaba en el desenlace mortal, frio y solitario de Julia (de Burgos)
como uno triunfal y valiente.Al fin y
al cabo, esta mujer se enfrentó sola, se arriesgó sola, a los embates de su
tiempo.Un tiempo al que no pertenecía
por estar adelantada a él.Ella, reconociéndose
humana, sabia a lo que se enfrentaba, aun así, “dejo los montes y se vino al
mar” para trabajar en pos de sus ideales y convicciones de persona-mujer.Amo con gusto y ganas, con valor (porque amar
es posiblemente la más aguerrida de nuestras proezas humanas).Le hizo frente a los gigantes del “establishment”
y murió con “su número en mano” reafirmando su identidad.
Los fundamentalistas que criminalizan el derecho inalienable
de cada ser humano a poder regir sobre sus vidas (que incluye la muerte), son
los mismos que han adjudicado al suicidio un estigma de pecado mortal. Su opinión no me merece la mínima consideración
porque hacerlo es dar razón a un sinrazón.
A todas esas valientes mujeres, que se enfrentaron a
la muerte como lo hicieron a la vida, les dedico este maravilloso trabajo de
Isadora Libertad…
“Mujer, negra y también abiertamente lesbiana”…Recordé esta frasepronunciada por la actual Presidenta del
Colegio de Abogados de Puerto Rico, la Lcda. Ana Irma Rivera Lassén, por alguna
loca razón, de esas mías…, cuando leí la noticia sobre la nominación de la también
Lcda. Maite Oronoz Rodríguez como Jueza Asociada del Tribunal Supremo de Puerto
Rico.
¿Por qué?
Bueno, ya resuena con más ruido que nueces posiblemente
la discusión entre bandos desbandados sobre los méritos de la nominada.Y, como no, sus “méritos” incluyen su
habilidad, sensatez o valores “morales” manifiestos al elegir con quien va a la
cama…, o a donde sea que le plazca ir…De
hecho, este “dato” pareciera querer dominar la discusión, cuando en honor a lo
correcto en estos casos, deberíamos estar hablando de todo lo que aguanta su curriculum vitae.Por cierto, hablando de este…
Alcance a leer uno que citaron del
MicroJurisSomething, y honestamente me quede igual, pero por ahora prefiero
darme el beneficio de la esperanzadora duda en lo que ubican la versión completa,
con la descripción detallada de sus escritos y ponencias (en jurisprudencia), sus
gestiones en pos de luchas reivindicadoras, ese tipo de cosas….
Pero en lo que el hacha va y viene, retomo la cita de
la Lcda. Rivera Lassen, y de hecho la retomo a ella como “…mujer, negra y
también abiertamente lesbiana”.Acá
entre nos, mentiría vilmente si negara que la Lcda. Rivera Lassen era mi
primera opción, primero cuando surgió la vacante para presidir el Tribunal
Supremo de Puerto Rico, y nuevamente ante la vacante que provocó la designación
de la Lcda. Liana Fiol Matta como Presidenta de dicho cuerpo.¿Y por qué? Porque decir “Ana Irma” es invocar una larga y
fructífera hoja de servicios en defensa de los derechos humanos.Como muy bien lo expuso la Profesora Érika Fontánez
Torre, para trabajar en el Tribunal Supremo de Puerto Rico “…no queremos a alguien neutral, queremos
y es deseable alguien cuya hoja de vida refleje haber estado del lado de los
derechos y del acceso a la justicia…”
Ya en este punto es inevitable, casi obvia la
pregunta: ¿Por qué Maite y no Ana Irma, por ejemplo?Ambas satisfacen el imprescindible requisito de
cumplir con uno de los “trending-topics” más políticamente maniatados de este cuatrienio:
ser abiertamente homosexual.Me parece
que hasta ahí llegan los puntos en común relevantes entre ellas.
Por un lado Maite es blanca, afiliada a las estructuras
de poder del partido al mando, suficientemente joven como para merecer seguir desarrollándose
y madurando en su criterio jurídico y sus aportaciones en el ámbito de la lucha
por los derechos de todxs.Por el otro lado.
Ana Irma es “negra”, de padres educadores, explícitamente feminista, no
afiliada a los partidos políticos de poder, no tan joven como Maite, Presidenta
del Colegio de Abogados de Puerto Rico, con una carrera en derecho y justicia
social irrebatibles.
“My 10 cents opinion…?” Con solamente nominar a Maite, ya el
Gobernador se apuntó para el jackpot político-eleccionario, con la ventaja
(para él y para los que piensan y actúan como él) de que gane o pierda su
nominada, mantiene el control sobre el “deployment” de su santa agenda personal
conservadora.Mas sin embargo, si la
nominada hubiera sido Ana Irma, seria confirmada por sus indiscutibles méritos
(sin duda y sin remedio), ganándole a la Administración presente y futura una aguerrida
defensora de la equidad.Algo que de por
si le significaría, como mínimo, un grandísimo dolor de cabeza al Gobierno
colonial.
Hace aproximadamente un año leí un artículo en un blog
que sigo que me impacto más de lo imaginado: “Mami,
estoy enamorada de una mujer”.La razón del impacto no estaba explícitamente
asociada al título, porque sinceramente el título como tal para nada me
impacto.Pero las conexiones entre el
significado y relevancia de las circunstancias y experiencias que esta autora iba
revelando con las mías, y de hecho con las de las mujeres de nuestra
generación, me tomaron por sorpresa, lo reconozco.
Creo que debo empezar por indicar a que “generación”
me refiero.Y lo primero que debo
aclarar es que esta colega bloguera y yo NO pertenecemos técnicamente a la
misma generación…, pero casi.Nos
separan pocos años (<10), pero cronológicamente yo nací en las postrimerías
del Baby Boom, mientras que mi colega venia al mundo despuntando el periodo que
luego conoceríamos como la Generación X.Pero como resulta siempre en los límites de las cosas, lxs nacidxs al
principio y al final de los 60s tenemos más cosas en común de lo que pensamos,
e igualmente nos diferencian rasgos abismales.Los 60s marcaron un “antes y después” en la historia mundial, en donde
instantes específicos definieron cambios profundos y trascendentales (la
Revolución Cubana, Vietnam, la “Conquista del Espacio”, Gandhi, Luther-King,
los Hippies…, las Revueltas del 69…). Pero
eso nos afectó directamente a nosotras, pero nuestros padres (madres para
hablar más concretamente) pertenecen sin embargo a un periodo generacional que
pudiéramos describir como más largo, moralmente más estático.
Y creo que aquí es donde radica lo más interesante y
la razón de porque me impactó este artículo.Tanto las babyboomers y la Gen-X puertorriqueñas nacimos de madres que a
pesar de haber vivido, atravesado circunstancias historias fuertísimas (la Gran
Depresión, Hitler, Mussolini, la Guerra Civil Española, la bombas atómicas, el
McArtismo, la Guerra Fría, el ELA…), no lograron aislarse y superar el
insularismo colonial tan fuertemente arraigado y aderezado de racismo, clasismo,
homofobia y machismo que nos ahoga en Puerto Rico.Aun así, eso no quita que son o fueron mujeres que se
superaron a sí mismas en muchos aspectos, cuestión que causa más contradicción que
razón, posiblemente.La madre de mi
colega estudio pedagogía en la universidad, la mía curso hasta el cuarto grado
de elemental.Pero ambas estuvieron
claras y decididas en una cosa: sus hijas (apostaría yo a decir, especialmente)
tendrían la oportunidad de aspirar a más y mejores cosas de las que ellas
pudieron.Mi colega bloguera es artista
y abogada, yo me decante por mi curiosidad científica para hacerme
ingeniera.
A pesar de estos logros “contra viento, marea y tradición”,
no estaba garantizado en ese “gran plan” de las matriarcas que las muchas
fobias que siguen atando de pies y manos a nuestro territoriado país tenían o debían
de ser superadas, mejor aún erradicadas, porque eso es lo correcto en una
sociedad equitativa y justa (¿no?) El rechazo
de la “no heterosexualidad” de mi colega bloguera por parte de su madre es muy
similar a la hipotética reacción de mi madre si le hubiera dicho que “me había enamorado
de un negro americano”, “que me había unido al Partido Comunista Cubano” o que “era
atea”.Todos estos “rechazos” tienen un vínculo
común: nuestras fobias sociales y nuestra aversión a ser verdaderamente un país
soberano y democrático.Y las veo o
percibo a diario en tanta gente a mi alrededor, más jóvenes, de mi edad o
mayores que yo.
La cuestión “fobial” es más compleja e intrincada que lo
descrito, y trasciende y permea a través de nuestras estructuras sociales como
un virus cibernético.No estoy lista
para finiquitar este comentario bloguero con planteamientos definitivos que
sirvan para librarnos de tantas nefastas fobias, os recuerdo que apenas soy una
cuadriculada ingeniera.Pero sospecho
que volveré a retomar el asunto en un futuro.
Mientras ese instante llega, viene a mi mente un tema
que escuche por primera vez cuando era muy joven, y que me hizo pensar que es
posible ser percibida y apreciada más allá de los típicos idearios machistas de
mujer “frágil, incapaz, dependiente, bien Barbie…”Asi me veo yo.