Difícil saber si con el paso del tiempo todo cambia en
mi vida, o en realidad nada lo hace… Quizás
la cuestión radique en el “todo” y el “nada” … Porque los absolutismos son utópicos, como mínimo,
o incorrectos e irreales si intentamos ser precisos.
En estos días leí lo siguiente: “…un organismo vivo
produce entropía positiva y por ello tiende a aproximarse al grado de entropía máxima
que es la muerte. Para evitarlo, se
alimenta…” (E. Schrödinger) Cuando estudiaba las materias de termodinámica,
mecánicas, la primera y segunda leyes de la termo y otras amenidades de la física,
no se me ocurrió pensar que “en el límite” la entropía nos lleva a morir…
Honestamente, no es un asunto que me espante, toda
forma de vida o no vida cesa de ser o existir en una manera dada para dar paso
a transformaciones o reordenamientos de la materia (y la energía). Pero a luz de esta aclaración puntual que me
ofrece Schrödinger, pudiera visualizar que “mi vida” avanza hacia su culminación
entrópica, con ascensos y descensos típicos, pero en franca tendencia hacia el
limite que a tod@s nos toca tocar.
Me doy cuenta de que cualificar los cambios, o si en efecto hubo o hay
cambios en el carácter de las interacciones de mi sistema con sus entornos
(alias, mi vida), es mas un ejercicio de reflexión íntimo y factual. Y en esta evaluación de datos, estoy expuesta
al hecho de que mi capacidad o habilidad para alterar la naturaleza de los
eventos que encausan “mi vida” no es prerrogativa de mi consiente en exclusiva,
y por tanto, si soy o no la que fui, si me repito o me replanteo, si me esencia
tiende al desorden irremediablemente, es un asunto en sí mismo, más allá de mi ser
persona…